Traducción de cortesía de artículo del The Wall Street Journal publicado el 15 de agosto de 2018 (Chinese- Funded Port Gives Myanmar a Sinking Feeling)
Puerto financiado por China deja a Myanmar con una sensación de naufragio
El nuevo gobierno está preocupado por la deuda generada por un Proyecto que es parte del programa global de desarrollo de infraestructura de Beijing.
Por Jon Emont and Myo Myo
15 agosto 2018
El gobierno de Myanmar quiere reducir drásticamente la envergadura de un proyecto portuario financiado por China en la bahía de Bengala. Los funcionarios del gobierno dicen que existe el riesgo de que el país caiga en una deuda insostenible.
Las autoridades de Myanmar se encuentran en pláticas con un consorcio chino liderado por la compañía estatal china de inversiones Citic Group. El objetivo de las conversaciones es reducir el tamaño del desarrollo portuario, originalmente concebido en $7 mil 300 millones, a unos $1,300 millones, de acuerdo a fuentes cercanas a la discusión.
Las negociaciones muestran la renuencia de Myanmar a depender demasiado de Beijing y el crédito chino, incluso ahora que los inversionistas occidentales evitan a Myanmar después de la violenta campaña militar llevada a cabo contra la minoría étnica del país, los Rohingya.
“No queremos estar endeudados”, dice Kyaw Aye Thein, el vice presidente de la Zona Especial Económica Kyaukpyu, el sitio del proyecto.
El plan inicial para el proyecto, el cual forma parte de la iniciativa de construcción de infraestructura “Belt and Road”, insignia del presidente chino, Xi Jinping, habría transformado la adormecida ciudad de Kyaukpyu en una zona industrial y un gran puerto de aguas profundas.
El acuerdo para la inversión entre el gobierno anterior de Myanmar y China se logró en 2015. Una línea férrea desde China permitiría a las fábricas mover sus mercancías para ser embarcadas hacia Europa, India y África por una ruta más corta y que evita el paso por el estrecho de Malaca.
Ahora, Myanmar quiere que el puerto sea significativamente más pequeño, con el argumento de que pueden ampliarlo posteriormente si es necesario.
El señor Kyaw Aye Thein dijo que espera que el acuerdo quede finalizado bajo los nuevos términos en octubre o noviembre. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China no respondió a las solicitudes para que comentaran al respecto.
La vocera de Citic, Wang Fang, dijo que la compañía y Myanmar “han llegado a un consenso preliminar con respecto a los planes accionarios y de financiamiento, pero que los detalles aún están en discusión”.
El esfuerzo de Myanmar para reducir el tamaño del puerto se da en un momento de crecientes preocupaciones entre los gobiernos en Asia, África y otras regiones de que los proyectos chinos y la forma en que son financiados corren el riesgo de empujarlos hacia deudas que no tendrán la capacidad de pagar.
La deuda gubernamental en Laos, un vecino de Myanmar, ha subido hasta cerca del 70% de la producción económica del país, debido en parte a haber pedido préstamos a China para proyectos de ferrocarril y energía hidroeléctrica que son parte de la iniciativa china “One Belt, One Road”, de acuerdo al Centro para el Desarrollo Global, un tanque de pensamiento de Washington.
Desde que asumió su cargo, el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, ha suspendido los principales proyectos de infraestructura chinos, los cuales asegura hundieron a su país en deuda, incluyendo una obra de construcción de un tren de alta velocidad hacia Singapur. China ha dicho que Malasia es un socio importante y que la relación bilateral debe ser apreciada por ambos países.
En 2011, luego de una férrea oposición local a los planes de desplazar a los habitantes de la zona, Myanmar suspendió los trabajos de construcción de la represa Myitsone, un proyecto de $3 mil 600 millones financiado por China. Se suponía que la central hidroeléctrica alimentaría el 90% de la electricidad generada a China. El gobierno dice que está revisando las opciones para decidir cómo proceder.
Durante la primavera, algunos políticos de Myanmar empezaron a sonar la alarma de que el desarrollo en Kyaukpyu rendiría escasos beneficios económicos y que se podría convertir en una trampa de deuda.
Advirtieron que el gobierno podría verse obligado a ceder el control del puerto, tal como sucedió el año pasado con el Puerto financiado por China en Sri Lanka. Ese Puerto, localizado en Hambantota, no logró atraer mucho tráfico de cargueros y el gobierno, viéndose en apuros para pagar la deuda, accedió a rentarlo a la compañía china por 99 años.
En mayo, Soe Win, un antiguo consultor de la firma Deloitte que había criticado los términos del préstamo para el puerto, fue designado como ministro de Hacienda y comenzó a trabajar para encoger el proyecto, según afirman personas cercanas a las negociaciones.
Sean Turnell, un académico australiano que trabaja como consultor económico especial para Aung San Suu Kyi, la jefe del gobierno de Myanmar, también ha advertido sobre los riesgos financieros. “El problema es que estaba sumamente sobrecapitalizado”, dijo.
Bajo los nuevos términos que buscan los funcionarios de Myanmar, la contribución del gobierno al proyecto sería el terreno. El gobierno de Myanmar y compañías locales serían dueños de un 30%, mientras que el consorcio Citic tendría 70%.
“Esos cambios prevendrían que esto se convierta en lo que pasó en Sri Lanka”, dijo el señor Thein, el vicepresidente de la Zona Económica Especial Kyaukpyu.
En las décadas de los 1990s y 2000s, Myanmar fue gobernada por una junta militar que dependía fuertemente del apoyo diplomático y la inversión de China. Después de la llegada de un gobierno civil en 2011, Occidente empezó a levantar las sanciones contra Myanmar, y sus nuevos líderes, quienes seguían afiliados con los militares, comenzaron a distanciarse de Beijing.
“[El gobierno de Myanmar] entiende que el dinero chino viene condicionado y que cuando las cosas no salgan tan bien, tendrán que responder por ello”, dice Yun Sun, especialista en China del Stimson Center.
Los militares, quienes por años han dependido del equipamiento chino, comenzaron a diversificar sus importaciones de armamentos, comprando aviones de guerra rusos, barcos israelitas y misiles de Bielorrusia.
Pero los intentos de Myanmar de reducir su dependencia de China se han complicado luego de la violenta represión de los militares de Myanmar contra la minoría Rohingya. Cientos de miles de Rohingya han huido hacia la vecina Bangladesh.
Estados Unidos y otros gobiernos occidentales han culpado a los militares por esa “limpieza étnica”. Debido a esto, la inversión extranjera general decayó cerca del 40% entre 2015 y 2017, de acuerdo a las cifras oficiales.
“Cuando el nuevo gobierno de Myanmar tomó posesión, pensé que una gran cantidad de inversión occidental vendría al país”, dice Khin Shwe, quien es dueño de uno de los mayores conglomerados de construcción del país. “Pero en realidad no vinieron a invertir. No tenemos a nadie excepto a China.”
Traducción de cortesía de artículo del The Wall Street Journal publicado el 15 de agosto de 2018 (Chinese- Funded Port Gives Myanmar a Sinking Feeling)